El helado como lenguaje. El amor como mensaje.
Hay sueños que se explican. Otros solo se sienten, se viven y se entregan.
Hace años entendí que el helado era mucho más que un postre: era un lenguaje.
Y mi mensaje… siempre fue el amor.
Una misión con propósito
Hoy sigo construyendo una marca y una misión: llevar alegría, dignidad y esperanza a través de la heladería artesanal.
Unir a personas que luchan por salir adelante…
y a niños que sueñan, simplemente, con vivir.
Este camino no lo inventé en un día. De hecho, fue forjado con estudio, dedicación y responsabilidad.
Fundamento técnico
Además, hubo una guía clave que me acompañó:
el libro “Standard Methods for the Examination of Dairy Products”, editado por la American Public Health Association.
Se trata de un compendio científico que me enseñó cómo cuidar la calidad, la seguridad y
la estructura de cada producto lácteo que llega a la gente.
En consecuencia, se convirtió en parte de mi base profesional y de mi compromiso con quienes confían en mí como consultor.
El legado que quiero dejar
Trabajo todos los días con esa convicción.
Y aunque a veces el camino se hace solo, sé que voy a lograr esa fábrica solidaria para niños.
Porque tengo una comunidad. Tengo un propósito. Y tengo fe.
Gracias por estar del otro lado.
El cohete ya despegó… y el viaje apenas comienza.